¿Donde está el problema?
Frecuentemente surge la pregunta: ¿Dónde está el problema? Y con
la misma frecuencia la respuesta es: “Las cosas cambiarían si...” hasta que
llega el momento de encarar el verdadero origen de la inadaptación que vivimos
y afrontar responsablemente las situaciones de las que hacemos parte.
LA ENFERMEDAD ESTA DENTRO DE NOSOTROS
(Tomado del “Folleto de la Salud Mental ” de
Abril de 1966)
Si queremos recuperarnos,
debemos llegar a la conclusión de que la enfermedad está dentro de nosotros. No
es debida a ninguna situación exterior.
Son nuestras reacciones a un
suceso, no el suceso mismo, lo que nos hace sentir como nos sentimos. Muchas personas
pueden experimentar un mismo suceso y cada uno reaccionará diferentemente. Es
la propia interpretación del individuo a los sucesos y situaciones, lo que hace
la salud o la enfermedad emocional.
Un ejemplo clásico que a
menudo es citado, es el de dos hombres en una trinchera, durante la guerra. Las
mismas balas están volando sobre sus cabezas, las mismas bombas están cayendo
tanto para uno como para otro. Pero un hombre es fuerte y llega a ser un héroe;
el otro se desmorona y llega a ser víctima de la “fatiga de la guerra”.
¿Qué distingue estos dos
hombres en la misma e idéntica situación? Los profesionales dicen que el factor
determinante, es como cada hombre tomó la situación, de acuerdo a como su
personalidad estaba hecha. El suceso es únicamente un agente determinante que
saca a relucir el ataque emocional que un hombre sufre y quien ya estaba
emocionalmente perturbado y era un potencial para tal ataque emocional. De la
misma forma, el mismo suceso sacó la fuerza de carácter que ya estaba presente
en el otro hombre.
Así, no puede ser cierto que
la molesta situación de la guerra “causó” el disturbio emocional en uno de
ellos. Hay muchas posibilidades de que eventualmente este hombre se hubiera
perturbado bajo las presiones de la vida en cualquier situación.
Lo mismo es cierto de todas
las situaciones externas. Casi todas las personas emocionalmente enfermas
empiezan sus quejas con largas historias de que malas fueron las otras personas
o situaciones con ellas, Estas ideas quejumbrosas deben ser disipadas y la
propia contribución del individuo debe ser llevada a cabo antes de que pueda
recuperarse.
No es verdad que una esposa
regañona, un jefe malcriado, etc., “causan” la enfermedad emocional en una
persona. En casi todos los casos el individuo enfermo, es el causante de todas
las situaciones molestas que le rodean, o por lo menos está contribuyendo a
ellas. Con toda seguridad, es la parte que el individuo juega en la situación,
la que permite que ésta exista. En otras palabras, se requieren dos para bailar
tango, o pelear, reñir, etc.
Aún si la otra persona está
equivocada no hay excusa para que una persona se enferme. Es posible
sobreponerse a las malas situaciones y verdaderamente, la definición de una
vida normal es: AJUSTE -ajuste a las situaciones que lo rodean -. Nadie tiene
una vida encantadora, completamente libre de dificultades. Es como manejamos
las dificultades, lo que determina nuestro ajuste lo mismo que como manejamos
las situaciones felices.
Si una situación es
intolerable, el individuo deberá liberarse de ella. Ninguna persona normal lo
soportaría y permitiría que lo enloqueciera. Así, el hacerse el “mártir” de
parte de las personas enfermas no es saludable, y, una vez más, la enfermedad
está dentro de él, ya que permite que la situación continúe manteniéndolo
molesto.
Si otra persona es mala o
malcriada con usted, esta persona está más enferma que usted y debería sentir
compasión por ella, ya que él paga su precio en miseria, usted puede estar
seguro de eso.
Pero la mayoría de las veces,
la persona enferma ha mal interpretado la situación y la otra persona no tiene
culpa alguna. Como personas enfermas culpamos a otros por cualquier cosa. No
queríamos tomar la responsabilidad por lo que existía dentro de nosotros.
Queríamos librarnos de nuestros defectos de carácter acusando a otros de ellos.
No nos recuperamos hasta que paramos de huir y encararnos dónde estaban
realmente las causas: dentro de nosotros.
Llegamos a la conclusión de
que LA ENFERMEDAD
ESTABA DENTRO DE NOSOTROS, no en ninguna otra persona o en
ninguna situación exterior. Fue un gran paso hacia delante y el punto que hizo
cambiar nuestras vidas.
Realmente, fue un gran
alivio saber por fin la verdad. Ya no estábamos en la oscuridad. Todos los
demás sabían que estábamos enfermos, ahora nosotros, también lo sabemos y esto
no nos dolió mucho tampoco. Fue el miedo de encararnos nosotros mismos lo que
nos consumía. El encararnos verdaderamente nosotros mismos, no resultó tan malo
y nos proporcionó un alivio inmediato. Nos preguntamos por qué habíamos huido
de esto por tanto tiempo.
Cuando culpamos a otros,
nunca obtuvimos ayuda porque no había ayuda que podía ser obtenida. Estábamos
equivocados y queríamos encarar el problema de una manera equivocada. Cuando
tomamos las culpas para nosotros mismos, dimos en el clavo y obtuvimos ayuda.
Como uno de nuestros miembros de Washington dice: “Nosotros somos los autores
de nuestras propias situaciones”.
Y nosotros somos autores de
todas nuestras situaciones buenas y malas. El mundo da crédito al hombre, es
tiempo de dar al hombre enfermo el crédito del fracaso. Aunque él no puede ser
culpado por su enfermedad es responsable de hacer algo acerca de ella. Así como
un paciente de tuberculosis no puede ser culpado por su enfermedad, sí es responsable
por obtener ayuda y hacer todo lo que pueda para recuperarse. Si él rehúsa el
tratamiento y empeora, entonces sí puede ser culpado por su enfermedad. Él
deberá escoger. También el individuo enfermo emocionalmente deberá escoger:
Recuperarse.
No existe ningún suceso
anterior, que pueda ser capaz de producir la clase de atormento que las
personas emocionalmente enfermas sufren. Es la propia interpretación de la
persona a los sucesos exteriores lo que lo sana o crucifica.
El tratar de componer nuestro
medio ambiente no nos recupera, la enfermedad está dentro de nosotros y
sometiéndonos a tratamiento nos recuperamos. ¡TRATE DE HACERLO!
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