TODO ES ENERGÍA
Esta afirmación, tan contundente y clara,
es difícil de demostrar, pero muy fácil de experimentar.
Nos movemos, respiramos, nuestros órganos
cumplen sus determinadas misiones fisiológicas, en nuestro cerebro cada segundo
se ejecutan millones de impulsos eléctricos que nos permiten, entre otras
funciones, pensar.

Al mirar a nuestro alrededor podemos
observar que las plantas crecen, los animales se trasladan y que las máquinas y
herramientas realizan las más variadas tareas. Todas estas actividades tienen
en común que precisan del concurso de la energía.
La energía es una propiedad asociada a los
objetos y sustancias y se manifiesta en las transformaciones que ocurren en la
Naturaleza, en los cambios físicos, por ejemplo, al elevar un objeto,
transportarlo, deformarlo o calentarlo. También está presente en los cambios
químicos, como al quemar un trozo de madera o en la descomposición de agua
mediante la corriente eléctrica.
El Principio de conservación de la
energía indica que la energía no se crea ni se destruye; sólo se
transforma de unas formas en otras. En estas transformaciones, la energía total
permanece constante; es decir, la energía total es la misma antes y después de
cada transformación.
Así, vemos, como afirmábamos antes, que TODO
es ENERGÍA.
La diferencia fundamental entre la energía
de todo lo que existe se encuentra en la Vibración y su Frecuencia,
de modo que una piedra vibra a una frecuencia muy baja, un líquido a una
frecuencia superior y un gas, a una mayor.
Con los seres vivos ocurre igual. Los seres
humanos vibramos a mayor frecuencia que los animales o las plantas, de manera
que debemos aprender a manejar nuestra propia energía e, incluso, aumentar
nuestro nivel de vibración para conseguir ser más felices y plenos.
Comentarios
Publicar un comentario